Hace unas semanas atrás fui al Diwali, Festival de la Luz, en Brahma Kumaris. Esta es la ceremonia del año nuevo en la India. En Brahma, nos explicaron que el Diwali, es el momento de botar lo viejo, soltar el pasado y darle la bienvenida a la abundancia del nuevo año. Justamente la Diosa que rige ésta fiesta es Lakshmi, la Diosa de la Abundancia.
El símbolo de la luz tiene relación con iluminar la conciencia. Iluminar alguna sombra que nos ha perseguido en el último tiempo para poder liberarla en ésta ceremonia.
Una vez que observamos, aceptamos y soltamos nuestra sombra, comenzamos a reconocernos a nosotros mismos y al mismo tiempo somos capaces de ver a otros. Comenzamos a ser conscientes en cada momento de nosotros mismos, los demás, y nuestro entorno. Dándonos cuenta en verdad de lo que en realidad es importante, vernos , amarnos y cuidarnos.
Para finalizar la ceremonia, hicimos un ejercicio muy bello, sosteniendo una vela encendida en nuestras manos, comenzamos a encontrarnos, mirándonos a los ojos entro los asistentes y manteniendo la mirada por un tiempo para poder también sentirnos. Pues sabemos también que los ojos son las ventanas de nuestra alma. Fue realmente un ver y sentir la historia del otro a través de sus ojos. En algunos vi paz, en otros vi cansancio, en otros amor, en otros dolor. Ese que vi yo en otro, también esta en mí. Toda esa paz, cansancio, dolor y amor, también esta en mí. Con todo eso, nos encontramos todos los días, sin ser conscientes de eso que esta detrás.
¿Qué pasaría si todos los días fueran Diwali y fuéramos capaces de reconocer al otro como ser de luz, como persona y como el otro que hay en mí? Saludar al cajero del supermercado siendo consciente de que esta ahí gracias a una familia, que siente como yo y que también necesita que lo saluden, lo miren, le agradezcan, y también necesita de amor, así como también lo necesito yo.
¿Qué pasaría si todos los día fuera Diwali y fuéramos reconociendo todo lo importante que está alrededor? Siendo capaces de agradecer el amor y apoyo de la familia, de los amigos, quizás no solo con palabras, si no también con gestos y acciones hacia ellos. Que fuéramos capaces de ver a otros, como personas valiosas y luminosas, aceptando que tienen luces y sombras y acogiendo las diferentes miradas que puedan tener?
¿Qué pasaría si todos los días fueran Diwali y viviéramos consciente de que lo esencial no es invisible para nuestros ojos ni para nuestro corazón?
El mundo sin duda que sería distinto.